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SUSHI SOFÁ de Humberto y Fernando Campana.

Mientras los precios de los diseñadores estrella se abaratan, obras de desconocidos apasionados del reciclaje alcanzan elevadas cotizaciones en las subastas.
Carlos García-Osuna

La apropiación de objetos y el reciclaje se puso de moda en la década de los 80, en particular con Ron Arad y su Rover Chair creada en 1981 a partir de un asiento de automóvil (un ejemplar producido por One Off se vendió por 15.000 euros, en 2010 en Cornette de Saint-Cyr); y Frank Schreiner, autor de un carro de supermercado transformado en cómodo sillón (Stiletto, 1983. De 1.600 a 2.600 euros en subasta). Ron Arad (Tel Aviv, 1951) es un diseñador, artista y arquitecto industrial. Ha producido muebles y piezas de iluminación para prestigiosas compañías incluyendo Alessi, Vitra, Flos, Artemide y Kartell.

Sus trabajos de diseño industrial más notables incluyen la Silla Apilable de Tom VAC para Vitra, y la Biblioteca Gusano para Kartell. Muchos de estos trabajos están en las colecciones del Metropolitan Museum de Nueva York, del Centro Georges Pompidou de París, del Victoria and Albert de Londres y del Vitra Design Museum de Alemania.

En la década de 1990 y durante la primera del nuevo milenio, la tendencia de la reutilización de los objetos en el reciclaje parece haber aumentado. Algunos ejemplos son Porca Miseria de Ingo Maurer, una lámpara confeccionada con fragmentos de porcelana blanca simulando la explosión de una vajilla (1994); el hospital para objetos ideado por el colectivo francés 5.5 Designers; el extravagante banco concebido por Droog Design tallado directamente del tronco del árbol y luego equipado con sillas Luis XV, los trapos viejos anudados para componer un sillón de Tejo Remy, o los asientos con ositos de peluche de los hermanos Humberto y Fernando Campana, los únicos diseñadores brasileños con piezas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York y en el Museo de Artes Decorativas de París.

«Primero viene el material, luego la forma, y por último, la función» explican los Campana sobre su proceso creativo que les lleva a emplear materiales sencillos, muchas veces despreciados, con los que consiguen crear auténticas obras de arte. Cada trabajo de los Campana aparece siempre como una mezcla de genialidad y de elemento sorpresa. La revolución que han propiciado en el ámbito del diseño responde en gran medida a la manera en que trabajan con la imperfección. Un ejemplo de este estilo es la silla Favela Rocinha (Río de Janeiro) trabajada con pequeños retales de madera colocados de forma caótica. Entre sus creaciones más exitosas, los mejores resultados en las subastas se deben a sus sillas Sushi. Los Campana trabajan de manera orgánica, uno concibe la idea y el otro la ejecuta, o bien uno empieza el proceso y el otro da los últimos toques.

Mientras los precios de los diseñadores estrella se abaratan, una cuadrilla de artistas desconocidos, apasionados del reciclaje, sobresalen en las subastas.

Uno de ellos es el estadounidense Johnny Swing cuyas creaciones se exhibieron en Second Lives: Remixing the Ordinary en el Museo de Arte y Diseño de Nueva York (septiembre de 2008 a febrero de 2009). Swing crea objetos con materiales que nunca antes se habían utilizado para ello. El truco consiste, según este creador que vive con su familia en una granja en Vermont, en hacer que los opuestos se atraigan.

El artista no ha bajado su cotización desde que su sofá biomorfo Nickel Couch (en edición limitada de 25) se vendiera por 58.400 euros. Otra de sus creaciones emblemáticas ha sido bautizada como Todos los hombres del rey. Se trata de un sofá realizado con siete mil monedas de medio dólar en la que únicamente las patas carecen de ellas.

El perenne apetito de novedades de los coleccionistas se verá colmado con «una mixtificación de los géneros» dando lugar a una novísima fuente de creatividad en el mercado.