Una pequeña obra maestra habitable en un entorno excepcional.
Una casa como ésta trasciende su función práctica y se convierte en un reflejo de los anhelos, experiencias y emociones de sus habitantes. Cada aspecto de ella cobra un significado profundo y simbólico que conecta con la mente del individuo y su relación con el espacio.
La casa, ubicada en un conjunto residencial de origen cooperativo construido en 1984, se erige como un testimonio arquitectónico y emocional. El enorme jardín comunitario central con piscina posibilita el encuentro, si se desea. La casa misma, una de las cuatro viviendas en los vértices del rectángulo, representa una individualidad dentro de la colectividad, recordando cómo cada individuo es parte de un todo pero también posee su singularidad.
La morfología de la casa, con sus flancos adosados y el retranqueo desde la calle, destaca la dualidad entre lo público y lo privado. Las dos fachadas vistas, una hacia el interior protegido de uso común y otra hacia el espacio exterior privado, encarnan la dicotomía entre el mundo interior y el exterior. El antejardín y el muro de separación subrayan la frontera con el mundo exterior, inspirando un sentimiento de protección y pertenencia.
El pequeño patio interior, corazón de la casa, refleja la relación del individuo con el tiempo y la naturaleza. La disposición de las habitaciones alrededor de este patio captura el movimiento del sol y las estaciones, conectando la vida de la casa con los ciclos naturales. El jardín privado agrega otra capa de significado, proporcionando espacios de tranquilidad y reflexión, incluyendo un jardín zen que invita a la meditación.
La disposición de los espacios habitables basada en el uso, otorga un sentido de vida y evolución a la casa, podemos decir que es una casa "viva". La asimetría de los espacios a pesar de su geometría simétrica agrega un toque de vitalidad y autenticidad. Esta dinámica refleja cómo las actividades y las necesidades de los habitantes moldean la casa en lugar de estar atadas a un diseño estático.
La planta baja acoge habitaciones, saletas, un salón de doble altura y un comedor, cada uno con su propia personalidad. El estudio/biblioteca que abraza la luz y el silencio del patio interior, conecta la mente con el espacio y el tiempo. La planta alta se convierte en un santuario personal. Desde el estudio/ blibliotecal, pasando por la habitación single con su cuarto de baño, hasta la suite principal con su zona de vestidor, antesala, cuarto de baño con sauna y terrazas, cada espacio invita a la introspección y al bienestar.
Desde el punto de vista técnico, la casa cuenta con calefacción y aire acondicionado sectorizado. Se la ha dotado, además, de un sistema de depuración de agua que mantiene una presión constante, sin verse afectada por la simultaneidad de la apertura de los grifos. Al ser ésta una casa pensada por y para los propios interesados, las calidades son óptimas, desde las carpinterías de madera hasta los cimientos, constituyendo una excepción notable que la diferencia ampliamente de otras viviendas con las que se pretenda compararla.
Tal vez como diría G. Bachelard, esta casa se convierte en un espacio íntimo donde la memoria, la imaginación y las emociones se entrelazan, dando forma a un lugar que no es solo una morada, sino un reflejo de la vida interior de quienes la habitan.
El claustro del Real Monasterio de Santa María, un espacio tranquilo y sereno donde los monjes solían meditar y orar, ubicado a pasos de esta excepcional vivienda, seguramente ha servido de fuente de inspiración para crear este conjunto. Fundado en el año 1237 por el rey Jaime I de Aragón tras la conquista de Valencia, el Monasterio se erige en un lugar de gran importancia estratégica y religiosa. Durante siglos, desempeñó un papel fundamental en la defensa de la costa valenciana y en la protección de la ciudad de Valencia de los ataque.
