¿Cómo es una vivienda sostenible?
La casa sostenible ideal es una casa bioclimática, esto es, un edificio que aprovecha las condiciones naturales con el fin de disminuir lo más posible las necesidades energéticas. Se trata de reducir al máximo la entrada en la casa de energía y materia procedentes del exterior.
Hay un conjunto de medidas para que una vivienda sea más ecológica y sostenible, como cambiar las bombillas tradicionales por otras de bajo consumo o bien instalar sistemas de energía renovable o limpia. Pero lo mejor es construir una vivienda de forma ecológica desde los cimientos.
Las técnicas de construcción cada vez son mejor para conseguir edificios ecológicos, de manera que disminuye impacto del ser humano en el medio ambiente. Por ejemplo, destacan la utilización de materiales que precisan menos energía o que requieren menos recursos para fabricarse, sistemas de eficiencia energética o la acertada gestión de aguas residuales.
En cuanto a los materiales, la madera sobresale como un material ecológico y natural si proviene de plantaciones gestionadas de manera sostenible. Se puede utilizar para la estructura, para los muros, para los remates e incluso mezclada con otros materiales para aislar las paredes.
Por otro lado, hay que apostar por los materiales que duran toda la vida pues resultan más ecológicos, pues no se convierten en desechos. En todo caso, que al menos sean reciclables. La piedra, el cemento y el ladrillo pueden durar muchos años. Finalmente, se recomienda utilizar materiales que no liberen toxinas ya que ponen en riesgo la salud de las personas.
En relación a la eficiencia energética, se tienen que comprar electrodomésticos de bajo consumo y la calefacción y el aire acondicionado de agua tienen que obtener su energía de fuentes renovables. El diseño ecológico debe contar con un buen aislamiento que conserve el calor en invierno, y, además, ventanas y otros elementos que permitan una adecuada ventilación de la vivienda.
Otro punto importante es la apuesta por las energías renovables como la energía fotovoltaica, los sistemas de energía eólica o la geotermia
Por último, se puede aprovechar el agua de lluvia, recogiéndola para regar u otros menesteres. También se pueden instalar sistemas de reciclaje de aguas grises en los baños y duchas para utilizar en los jardines. Además, los inodoros pueden contar con la posibilidad de baja descarga.