Ubicado en el Alt Empordà en la provincia de Girona, este eco resort se encuentra en las faldas de la Reserva Natural de Albera, junto al Parque Natural del Cabo de Creus y Cadaqués, sirviendo como punto de partida para diversos viajes, ya sea a pie (GR-Camino de Santiago), en bicicleta (Pirinexus) o para exploraciones culturales (Museo Dalí, Sant Pere de Rodes, dólmenes), así como para experiencias gastronómicas y enológicas.
Envuelto en una atmósfera histórica única, el terreno, que abarca dos fincas con un total de 4002.28 m2, está intrincadamente terrazado y adornado con pequeños muros de piedra de aproximadamente 40 cm. El paisaje cuenta con vegetación autóctona mediterránea, que incluye pino carrasco, encinas y alcornoques, con arbustos dispersos. La cultivación de olivos y viñedos, elementos biomiméticos integrales del proyecto, contribuyen al carácter distintivo de este centro turístico sostenible.
Concebido como un refugio para el descanso, la regeneración y la conciencia ambiental, este eco resort fomenta una conexión entre los usuarios y la naturaleza, haciendo hincapié en la armonía cíclica de sus elementos. El equilibrio ecológico se basa en el cierre de los ciclos de vida (de la cuna a la cuna), asegurando que todo lo utilizado regrese a su origen, mitigando simultáneamente los impactos de nuestra era industrial. Los ciclos abarcan materiales, energía, agua, aire e información.
La instalación tiene la designación de alojamiento turístico con una capacidad de 30/35 personas al completarse, con una superficie total construida de 500 m2.
El diseño arquitectónico se alinea con las energías del lugar (geobiología), reconociendo la importancia de la luz solar en invierno y la exposición a los vientos de tramontana del norte. Se integran vistas inigualables del macizo del Canigó y parte de la Albera, abordando el desafío del sol poniente en la temporada de verano.
El paisaje, caracterizado por terrazas de piedra seca y coronado con pinos, encinas y olivos, exhibe tonalidades terrosas, en transición con el movimiento de las hojas. Plantas aromáticas marcan los caminos, cada casa adornada con un ciprés acogedor, complementado por árboles frutales que actúan como barreras contra el viento y proveedores de sombra.
La estructura bioclimática-bioconstructiva prioriza la adaptabilidad al clima y la vegetación, ejemplificando la sostenibilidad y el consumo responsable de recursos. La fachada sur y las nuevas aperturas capturan vistas panorámicas del Canigó, utilizando la inercia térmica, bóvedas catalanas, porches generosos y aleros cubiertos de cañas y vegetación (buganvilla, parra, glicina).
La recolección de aguas pluviales y el tratamiento de aguas grises, junto con la utilización de energías renovables como chimeneas de biomasa, paneles solares, colectores y un molino de viento de 400 W, contribuyen a las iniciativas ecológicas del proyecto.
El proyecto aspira a reconocimiento internacional con certificaciones como LEED Gold-Platinum y la certificación Eco8, resaltando su compromiso con prácticas sostenibles.
